Está más claro que el agua: Obama no ha ido en nuestros buses ateos. Un presidente que, con la impecable oratoria a la que nos tiene habituados, repasa en un mesiánico discurso todo lo que un presidente debe tener en cuenta al hablar al mundo, y no sólo a los americanos, y acaba concluyendo que "Ésta es la fuente de nuestra confianza; la seguridad de que Dios nos pide que dejemos huella en un destino incierto"... Así, como suena. No, seguro que no ha pasado por aquí. Pero, alegrémonos al fin: un hombre inteligente que se deja de rudos manotazos intelectuales y, esperemos, abandera un modo de pensar en que la tradición religiosa es más que aprovechable. No digo yo que nuestros políticos se pongan a citar a San Pablo, que eso sería contraproducente, pero algo del talante de Obama no les vendría mal. A todos: derecha, centro, izquierda, y derivados pseudo-no-sé-qué... A dejarse de tonterías de snobpolítica y a hablar, como Obama (y otros), "de los valores de los que depende nuestro éxito -el esfuerzo y la honradez, el valor y el juego limpio, la tolerancia y la curiosidad, la lealtad y el patriotismo-" como lo que son, "algo viejo": "cosas reales" y "el callado motor de nuestro progreso a lo largo de la historia. Por eso, lo que se necesita es volver a estas verdades." ¿Veis, politicuchos? Dice "verdad" y no le llaman intolerante. A ver si aprendéis, caray.
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