Dice en su último artículo Pilar Rahola, que debe de saber medicina, que a la difunta Eluana no le quedaba nada. En un caso de coma vegetativo "sólo nos queda el automatismo orgánico, desprovisto de mente, recuerdos, emociones...". Citaré, como idea sugerente, a Chesterton, en uno de sus espectaculares cuentos de "El candor del padre Brown", en el que éste le dice a un médico: "Ustedes tiene que conocer algo el alma además del cuerpo; nosotros tenemos que conocer algo el cuerpo además del alma". Puntualizando: el hombre, cada uno, es un misterio, principalmente para sí mismo. Y como tal, con respeto sacrado ("homo res sacra homini", decía Séneca), hay que tratarlo desde que aparece en este mundo hasta que desaparece.
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