Me gusta mucho, como siempre, el artículo de Antoni Puigverd. Pero -y siempre hay un pero- encuentro que no acaba de ser coherente hasta el fin. No le culpo. La realidad es dura, señor Puigverd, y el relativismo pretende, en gran medida, endulzarla. Dice en su artículo que hay quienes "se creen en posesión de la topografía de la verdad y no dudan en calificar de asesinos o de corrupción moral a sus oponentes". Pero uno lee su artículo y piensa: caray, este hombre se cree lo que dice, ¿será verdad? Lo digo porque -y este es mi "pero"- parece que no importe nada, al fin y al cabo, si las cosas son verdad o no. Y es lo único que importa. Y el señor Puigverd lo sabe. Y todo el mundo, a su manera. El señor Puigverd habla de la condición humana. ¿Es verdad que la hay? ¿Es malo atentar contra la vida? ¿Es eso verdad? Pues si lo es, quien mate será un asesino, por establecido o normalizado que esté. Aunque no todo es matar: existe la defensa propia, y matar no es defenderse. Y quien sepa de esa condición, estará en posesión de esa verdad. Aunque la posesión de una verdad no implica su creación, sino su descubrimiento. Pero hoy queda mal decir "esto es así": es ser dogmático. Señor Puigverd: felicidades por su artículo.
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