Dorar la píldora

Gracias al sentido común, podemos comprobar a diario reacciones que reprueban tanta estulticia e imbecilidad como evidencia el gobierno de nuestro pobre país. Me refiero ahora al editorial del domingo de este diario y al artículo de Pilar Rahola. Como en todo artículo, se ve clara la personalidad de quien escribe, que tiene, a mi modo de ver, un doble don: piensa y hace pensar. En este caso, además, explica cómo salir del letargo de la opiácea doctrina de los que nos desgobiernan: pensando. Los dos escritos, en fin, concluyen que la ley de la píldora pretende cabrear a la Iglesia y a la derecha. No está mal ese tirar de la manta y llamarles hipócritar y oportunistas. Pero es insuficiente. No es eso sólo, lo malo de ley: eso es como tener cáncer y tomar un gelocatil. Es inmoral, y no sólo por hipócrita, permitir esta tontería de ley e impedir que alguien compre tabaco con los mismos 16 años: la ley daña a los que la han promulgado y los que la reciben. Esperemos que haya más gente con cabeza en nuestra pobre España.

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