Ya lo decía, medio cínica, medio previsora, Pilar Rahola en su habitual espacio de La Vanguardia: cuando acaba el recuento de los comicios, resulta que todos han ganado. Y a cual más, parece que hay que añadir, si nos atenemos a las caras de satisfacción y alegría de los políticos. Lo malo es que se contradicen entre ellos. Y, sobre todo, que no es verdad porque no puede pasar que todos ganen en el mismo sentido. Y después de oír durante tantos días intervenciones sosas cargadas de promesas vanas y artificiales (o de no oírlas, o no entenderlas, o no creérselas ya), hay que seguir, pasadas las elecciones, sus autobombos. En resumen, y lo he leído hace nada en un artículo sobre "1984": no hay mejor modo de engañar que hacer creer que lo que es una rectificación de un error y una derrota, es la confirmación del buen camino. Lamentables, ciertos políticos.
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