La ignorancia puede ser, enseñaban los antiguos medievales, vencible o invencible. Leo en la Contra a un hombre que nos habla de los seroignorantes: si supieran que tiene el VIH no infectarían a más gente. A él le infectaron. Al acabarla, saco dos consecuencias claras. Primera: los infectados, que se mediquen. La segunda: nada más eficaz, se desprende de sus palabras sobre sí mismo y sobre otros casos, que la fidelidad en la pareja. Si el mundo fuera por parejas, se acabaría el sida. Si ni mi pareja ni yo tenemos el virus, no lo tendremos; si lo tenemos, uno o los dos, la cosa acabará entre nosotros dos. Sólo que mi pareja ha de ser igual de fiel que yo. Para eso, educación en el amor, en la entrega de uno, en el don... no en el condón. Y sobre el amor hay mucho ignorante hoy día, tal vez sin toda la culpa. Los valores hay que aprenderlos de alguien que los vive. Yo lo tengo clarísimo: fidelidad, y no hay sorpresas.
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