Millet o el chivo expiatorio

Dicho llanamente: ¡qué hipócritas algunos personajes y algunos medios de comunicación! Para ellos, el pobre de Félix Millet debe poco menos que morir, por lo visto. No pretendo exculparle, sino que creo que le comprendo. A mí, que a duras penas reúno mil euritos cada mes (y ni a eso llego), jamás me pasará lo que a él. Pero es que es de sentido común. Basta, para comprenderle, pensar en un concepto que, para algunos parece ininteligible: la tentación posible. No digo que todo el mundo yerre (que también) sino que a cada cual le tienta el mal que puede hacer. A mí, jamás se me ha ocurrido pensar en robar un banco, porque tengo trabajo. Pero, ay de mí, si no lo tuviera. Yo no me considero mejor que Millet. Lo que está claro es que mis malas inclinaciones no se concretan en cifras astronómicas. Dicho de manera más tradicional, pero más fácil de entender: quien esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Pero eso era evangélico, ¿no?

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