Dogmas y más dogmas:

"Los dogmas forman a los pueblos", dijo Louis de Bonald en pleno XVIII. Este político, filósofo, escritor y publicista francés y católico, quería, tras la Revolución Francesa, aclarar el posible papel positivo de los católicos.
Hoy, que a la Iglesia parece no escuchársela, no estaría de más que alguien dijera lo que sigue. Que De Bonald tiene razón, y mayor aún si se generalizan sus palabras: todo pueblo está formado por sus dogmas. Y el nuestro, por los que, olvidados los cristianos, sirven por la tele o en internet: que si soy guapa, mejor (Charlize Theron, en este diario); que soy mi dinero o cuanto éste me permita ser; que los demás o son útiles, o a la fosa; que si se vende, será porque es bueno. Y cientos. Y dejo para el final el mejor: que el católico no sacerdote o religioso, el laico, el bautizado, no tiene por definición nada que aportar.
Y así nos va: hemos pasado de antidogmáticos, a más que dogmáticos. Pero de unos dogmas por los que no vale a pena que la inteligencia asienta ante su claroscuro.


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