Ya llevo días viendo con creciente estupor la propaganda de no sé qué cremas para esculpir unos abdominales de ensueño en las panzas de los hombres que pueblas la península. No descubro ahora, por cierto, que los hombres, si nos ponemos, somos más vanidosos que las mujeres, aunque a nuestra manera. Sólo que me preocupa que, mientras hay quien no come, o quien roba para comer (en Barcelona, vamos), haya quienes están seriamente preocupados por su tripita. Como si fuéramos eternos adolescentes. Bueno, si dejamos de lado los valores y demás, nos quedamos a solas con nuestro cuerpo. Si no hay más, decorémoslo hasta que no dé para más.
Comentarios