Agradezco a Rahola su análisis certero del domingo sobre el artículo de Savater que comenta. Sobre todo porque es de las primeras veces que alguien se atreve a desenmascarar la que, a mi modo de ver, es la gran mentira actual: la falta de espejos. Savater no se mira a la cara y dice no existir lo que él mismo es. Dice, ladrando, que no hay tales ladridos. Él mismo, y así lo describe sencillamente Rahola,se dedica a criticar la ya conocida expresión de Benedicto XVI: "terrible laicismo", a la que podríamos añadir "anticlerical". En un artículo plagado de inexactitudes (como mínimo), niega que lo haya, abanderando, sin darse cuenta, el movimiento más terriblemente laicista y anticlerical. ¿Por qué? Porque no es sólo anticlerical. Es, para ser más exactos, anticatólico: que no es lo mismo ser católico que ser clérigo. A ver si alguien explica qué significa ser laico, y la responsabilidad que para cada uno eso conlleva. Bravo por la lucidez y los arrestos de Rahola.
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