Ya sé que va a sonar casi tonto. Ocurrió ayer, mientras soportábamos, parloteando entre nosotros, los anuncios que hay entre parte y parte del futbol televisivo. De repente, sin previo aviso, un anuncio de McDonalds. Me voy a poner como el joven Michael Douglas, protagonista de la espectacular película "Un día de furia". Sí, era uno de aquellos anuncios en que todo es maravilloso: una hermosa y sabrosa hamburguesa. Tanto como irreal. Y, luego, el rintintín final: "por eso nos dan premiosm, porque todo es calidad". Sobre todo en las fotos, porque luego vas al lugar y no hay tu tía: cualquier parecido es mera coincidencia. A quien diga que es la clásica mentira piadosa, le pregunto: ¿Y por qué no las usa Audi, por ejemplo? Los coches de las fotos son idénticos. ¿Se imagina el lector un anuncio de McDonalds con las hamburguesas reales? No soy jurista, pero me suena a publicidad engañosa. Y es un reflejo, una metáfora, de nuestra sociedad: aparenta, que algo queda.
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Das dos opciones. Y hay una tercera, que sería deseable no descartar. De hecho, es la que propongo yo: hacer publicidad realista, pero sin que provoque repulsión. Además, los expuestos no son de plástico, en principio. Con hacerlos así bastaría. ¿Que es muy caro? Que suban el precio.
Celebro que te gusten las hamburguesas. Pero celebro también que Audi no pueda plasmas el placer por la velocidad silenciosa que tienen sus coches.
En resumen, tertium datur.