Contrastes del diario. Veo una foto de Ronaldo con cara de dolor: perdieron y tal vez se les va la liga. Bien. ¿Y qué hay de las caras de sufrimiento de los egipcios, de los que sufren atentados, de los que no comen, de los que sufren de verdad? Ese "pobre" hombre cobrará como un campeón: después de ducharse, cogió sus cascos y se sumergió en su música y en su mundo. Y se acabó su dolor. Lamento juzgarle, pero ¿a qué esperamos para cambiar y dedicarnos a las cosas que de verdad valen la pena? Estamos metidos en la cultura del pelotazo. A forrarse fácil y rápido. He aquí, con otras palabras, algo que le comentaban a Antoni Puigverd y que explica en su artículo "El espíritu de nuestro tiempo". Por ejemplo: “El estudio no sirve de nada, no sirve para hacer pasta. Quien tiene pasta es M. No tiene estudios, pero vendiendo droga se ha comprando una moto fantástica. ¡Quiero salir pronto del instituto para hacer como él!”. La mayoría de la clase aplaudió". No sirve de nada quejarse, a no ser que la queja sea constructiva y hecha a quien puede solucionar el asunto. Pero, ¿puede alguien? Hombre, es que no quiero parecer ingenuo al pensar que, por ejemplo, tal vez la policía podría entrar de una vez por todas al tráfico de drogas, al menos en los institutos.
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