Decía Francesc Marc Álvaro el otro día que la polémica del uniforme es una especie de parche que puede evitar que vayamos a fondo. Vayamos, pues. En toda sociedad -occidental, como mínimo- hay dos campos o instituciones de vital importancia: la familia y la educación.
Además, es sabido que el principal educador es la familia. En nuestra España actual, muchos padres han delegado en el colegio la educación de sus hijos, de modo tal vez inconsciente. Ha sido su mayor inconsciencia. Al menos en nuestro siglo.
Nuestra sociedad destila un veneno. Pero podemos aprovechar inoculándolo en nuestros hijos en pequeñas dosis, como si de una vacuna se tratara: nuestros hijos, como sus cuerpos hacen, crearán su propio anticuerpo. ¿Cuál es el veneno? Nuestro modo de ver el mundo actual nos dice que sólo lo visual es bueno, sólo lo divertido, lo nuevo, sólo lo fácil, lo que se obtiene ya, lo útil... y cuanto más, mejor. Casualmente, estas palabras forman en inglés el acróstico "venenum" (visual, enjoyable, new, easy, now, useless, more)... Y, casualmente también, y para nuestra perdición si no nos damos cuenta y actuamos ya, las cosas más importantes de las que hablaba al principio (familia y educación), tiene en su base todo lo contrario. El amor exige confianza en lo que no se ve, sufrimiento y no sólo dolor, momentos duros y no sólo diversión, estabilidad y no novedad desenfrenada, etc. Y otro tanto con el estudio serio: reclama abstraer y entender sin ver, paciencia, constancia, seriedad, etc... No estoy en contra de que los valores aquí llamados VENENUM no sean valores. Basta con dejar de considerar buenas solo esas cosas, y ampliar el espectro de nuestros valores: el valor de la espera, del sacrificio, de la templanza... ¿A que no paramos de verlo en los diarios? Pues en esas estamos.
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