Vuelve el bueno de Pep a ser noticia. Tras media hora de discurso, sus motivados pupilos salen brincando como fogosos chivos al campo de fútbol, a entrenarse con renovada energía. Así estamos. Mi primera reacción ha sido pensar en mis compañeros profesores que consiguen que sus alumnos vibren con la historia del arte, con la literatura, con la química, etc. Eso sí tiene mérito. Pero luego, dándole otra vuelta, me ha parecido que sí tiene mérito motivar a hombres que navegan en el euro y que están acostumbrados a tener de todo. Debe de ser, el bueno de Pep, un piquito de oro, un hipnotizador. Concluyo: ojalá hubiera más maestros así, que los hay.
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