El precio de la libertad

De vez en cuando uno ve libros cuyo título le cautiva. Este fue uno: "El precio de la libertad". He de decir que lo hojeé y lo dejé en el estante: era una biografía de un político vasco. Lo que me chocó fue la siguiente coincidencia: ese mismo día acababa de escuchar una conversación sobre un asunto que podría titularse como el libro. La seriedad de la vida y el precio de la libertad. Comentaba uno de los que hablaban: "yo no suelo pensar en esas cosas: lo importante es ser feliz". Y parecía dar por zanjada la cuestión. Pero a mí me dio que pensar: ¿por qué separar felicidad y pesamiento? Tengo la impresión de que no se puede decir mejor que como lo hacía mi profesor de filosofía: "el hombre no puede ser un animal que se hace preguntas en
un mundo sin respuestas. Hay que buscarlas. Y encontrarlas". Nuestra manera de enfrentarnos con el mundo no puede quedarse en el uso del músculo o la velocidad, sino que se añade lo espefícamente humano: la
pregunta, el pensamiento, la búsqueda del sentido último.Comete un grave error, vital, quien desconecta su cabeza en las situaciones esenciales, en las que cada ciertos años nos hallamos inmersos. Y la felicidad que da esa ignorancia es temporal, superficial y débil: ficticia.

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