Aunque no fui testigo directo de la situación que voy a describir, un universitario amigo mío me lo contó con pelos y señales. Eso sí, doy por hecho que me habría puesto a aplaudir. En una clase de la facultad de Economía, el profesor se encalla con la ortografía de una palabra. Y, en primer lugar, no se le ocurre, al bueno de él, nada más que reconocer su ignorancia momentánea y decir al auditorio algo así como:
"A ver, ¿a quién le parece que esto se escribe con "b"?". Después de unos segundo de perplejidad, el sentido común vuelve a la cabeza del profesor y, como quien espanta a una mosca, rectifica: "¡Qué narices! Si esto no es democrático. Vamos a ver..." y saca su cacharrillo electrónico y lo busca en la RAE. Y punto final. A pesar de todo, una duda ortográfica convertida en una gran lección de qué es democracia, y qué no. ¡Bravo por él!
"A ver, ¿a quién le parece que esto se escribe con "b"?". Después de unos segundo de perplejidad, el sentido común vuelve a la cabeza del profesor y, como quien espanta a una mosca, rectifica: "¡Qué narices! Si esto no es democrático. Vamos a ver..." y saca su cacharrillo electrónico y lo busca en la RAE. Y punto final. A pesar de todo, una duda ortográfica convertida en una gran lección de qué es democracia, y qué no. ¡Bravo por él!
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