Los sesudos antropólogos asumen que uno de los hechos más típicamente humanos fue la adopción del bipedismo: se amplía la visión y, sobre todo, quedan libres las manos para poder manejar y manipular instrumentos. Pues bien, el siglo XXI está demostrando que los pies tan poco se quedan cortos; que no son sólo para aguantarnos erguidos. Basta con ver a Messi o, para los nostálgicos como yo, al mago Zidane... O a Alonso, o a Schumacher... O a Contador... o a Induráin. Está claro que no sólo de pies va el asunto, pero un mono jamás usará sus patas como piernas.
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