Me ha gustado mucho el artículo de Puigverd del pasado lunes sobre los indignados. Dicho un tanto provocativamente: es complicado indignarse contra el puerco sistema capitalista con un IPad en la mano, un IPod en el bolsillo y una Scoopy esperándome para cuando se me acabe la indignación. Ya sé que no todos son así: yo también estoy molesto contra el sistema, sea lo que sea. Comenta Puigverd en su artículo que nuestra sociedad del bienestar no sabe qué es una revolución, cosa ciertamente más brutal y sangrienta. Pues bien, siempre se puede hacer algo más civilizado. Por mi parte, junto con mis compañeros profesores, intentamos enseñar a mis alumnos, de la mano de sus padres, algunas de las antiguas formas de indignacion: no quejarse a la mínima y menos aún sin dar soluciones a lo criticado; usar la cabeza antes de hablar; no ser caprichosos en sus gastos; mirar algo más lejos del propio ombligo; estudiar con seriedad, que no tristeza o
ansiedad; aprovechar el tiempo... Y es este mismo tiempo quien dirá si, junto a los demás profes y de la mano de los padres hemos logrado sumar nuestro granito de arena.
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fdo. discr