Evans, octavo en 2005; cuarto en 2006; segundo en 2007, con 30 añazos y a tan sólo 23 segundos de Contador: la cosa prometía; de nuevo segundo en 2008, a punto. Luego, al año siguiente, a los 32 de edad, trigésimo. Como para dejarlo. Pero siguió, y a sus 33, se clasificó en vigesimosexta posición, bastante lejos de sus mejores papeles. ¿Abandonó? Porque iba a peor: más edad y más lejos del número uno. Pues no. Llega el 2011 y con 34 años de esforzada perseverancia en la lucha, gana el Tour. Los datos hablan: el más longevo desde 1923, y el tercero mayor de la historia de la carrera. Viva el espíritu de superación. Y viva Cadel Evans, que nos ha hecho ver, sin abrir la boca, qué significa darlo todo hasta el final. Tomemos buena nota.
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