Sí, señor

Hace poco menos de un mes vi "Être et avoir" ("Ser y tener"), un peliculón-documental-biopic-etc. de Nicolas Philibert. Aunque es de 2002, no había tenido ocasión de disfrutar de él. Un maestro rural que, después de 35 años de profesor, y 20 en la misma escuela, afronta su último año de profesor. Quizás se debería proponer el visionado de esta película como asignatura obligatoria para los profesores y maestros de nuestro país. Yo la vi con uno que lleva años en el oficio. Era su cuarta o quinta vez. Su comentario fue: "Este tipo lo hace todo. Y, en el fondo, es lo de siempre: querer a cada alumno". Con "todo", se refería a tecnicismos actuales: educación personal y diferenciada, atención a la diversidad, planes personales, etc. No son tonterías, pero quien vale, lo lleva incorporado, visto lo visto. Quería enumerar, porque tomé nota, algunas actitudes del maestro: prepara las clases y el material. Sonríe siempre. No chilla nunca. Les hace pensar, preguntándoles. Les deja equivocarse. Les corrige. Les anima. Les exige. Cumple. Y todo sin especial aparato: "No habíamos quedado eso" o "se lo prometiste a tu maestro" o "Poneos bien antes de sentaros". O preguntas como: "¿Qué aprendes en la escuela?"
El profesor habla con los chicos a solas de sus estudios y de sus familias, de lo que sabe que importa en sus vidas y, por tanto, en su estudio. 
¿Y qué pasa con los padres? Los padres, cuando no toda la familia, hacen los deberes con los hijos. El maestro habla con ellos, y es claro y positivo.  
Y claro, todos quieren ser profes. Y les brillan los ojos al mirarle. 
Acabaré este post con un diálogo, literal, entre un alumno movido y el maestro. El alumno responde:
-Sí. 
-¿Qué? 
-Sí. 
-¿Qué? 
-Sí. 
-¿Qué? 
-Sí, señor. 
Hasta tres veces. Eso mismo: sí, señor. 

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