Diario de las JMJ (22.8.2011)

I.
A las nueve de la noche, y con dos horas de retraso, llegan unos
voluntarios al club, a recoger cosas que habían dejado antes de las
JMJ. Una barba canosa que espanta me habla desde el cansancio: "¿Dónde
está mi bajo y mi ampli?". Están tan contentos como cansados. Y les
queda más de una hora de viaje para llegar a su querida cama, con
mullida y dulce almohada. Su Tweet es conmovedor: "Después de 1 semana
durmiendo en el suelo por fin rni camita!! Gracias!! #JMJ
#cuatrovientos viva #ElPapa".

II.
A las 23:30, aprox., llegan un grupo de alemanes a los que estábamos
esperando. Son quince churumbeles y varios mayores. Entre ellos un
cura de 55 (o así) que tiene más juventud en sus venas que los
jovenzuelos a los que guía. Nos dice, entre otras cosas: "soy médico.
Ayer hice más de doctor que de sacerdote". Por los efectos del viento
que tiró la carpa. Y de la gente que llegó a Cuatro Vientos a primeras
horas de la mañana y estuvo todo el día allí, desparramados por el
suelo y con la lengua fuera. "Se morían de sed", decía el buen cura.
Total, que unos buenos padres preparon su cena -su hijo mayor vive en
Alemania hace dos añitos- y nosotros pusimos el resto. Estos
alemancillos tenían unos ojerones de palmo: un sueño... La cosa más
divertida fue el simpático y educado: "sólo tenemos sed". Ya. A la que
empezaron a salir tostadas y comida, ¡a poco se comen el mantel y las
sillas...! Luego, unos tatamis en los que se tumbaron. El cura y el
jefe y otro, en camas: que la edad suma. Llevan un tute de no sé
cuántos quilómetros. Lo mínimo es darles cama. Digo yo. El cura, de
edad respetable, como ya he dicho, nos espeta: "mira, ya nos hemos
acostumbrado: ayer, cinco horas; anteayer, cuatro... Es ponerse...".
Otro detallito de los alemanes, que un poco más y se me caen las
cejas. Uno de ellos, de 17 añazos, se llama Paul. Habla español, por
lo visto. Me acerco a él y me suelta con un impecable acento bilbaíno:
"Es que viví tres años en Bilbao". Ya te digo: tiene el deje
cogidísimo. Y es más alemán que Feuerbach o Schopenhauer. O tanto como
ellos. Un shock, vamos. Solo le faltaba contarme un chiste de vascos.
A la una de la madrugada nos vamos todos a dormir. Mañana, Misa a las
9:30. ¡Le he robado media hora al ingenierísimo director de la
expedición! Dice: "mañana, Misa a las 9:00. ¿Es posible?". Respondo:
"Sí, pero no es sensato. ¿Os persigue alguien? Dormid, buen hombre".
Arquea las cejas. Reflexiona. Y concluye: "Vale, 9:30". ¡Wow! Un logro
que me sumo.

III.
A base de oírlas, se me han pegado (diría que se me han incrustado en
la mente) las palabras del himno de las JMJ. Pero las he cambiado. No
dice nada de la alegría. "Firmeees en la feeee... " y debería decir
"alegría a granel". Porque ese sería el resumen perfectísimo de qué ha
sido esta JMJ. Y las demás, y las siguientes. Y el catolicismo. Dice
un autor espiritual "·Antes de querer hacer santos a todos aquellos a
quienes amamos es necesario que les hagamos felices y alegres, pues
nada prepara mejor el alma para la gracia como la leticia y la
alegría". Tal cual. Y ahora, un Tweet increíble que estaba esperando
leer: "Un conductor de bus me dice q le han dado las gracias y
sonreido mas veces en la #JMJ q en los 5 años q lleva trabajando.
#Madrid11". Y como éste, miles. Seguro.

IV.
Cualquiera que tenga trato con Dios, se dará cuenta de sus sutilezas,
aunque a veces tarde uno en entenderlas. Como decía la monja: "¡qué
agudo es Dios! Está en todo...". Total, que, cuando empezó a llover en
Cuatro Vientos, uno comentaba: "esto es providencial. Ya veremos por
qué". Y estaba claro. El cura alemán de antes me lo confirmó: "Si no
llega a llover, habría habido muchos más desmayos. Fue lo mejor que
podía haber pasado". Ya te digo. Y ahora, como guinda total del
pastel, un tweet y una consideración. El Tweet: "@madrid11_es Ayer
durante la vigilia, un poli asado de calor dice 'si hay Dios, ahora
llovería"... El poli acabó vitoreando #elPapa !". La consideración: el
mismo Papa usó la lluvia como metáfora de las dificultades de la vida.
Es que este hombre saca punta de todo. Un crack.

V.
Sigo a Pérez Reverte en Twitter. No sé: me hacía gracia. Durante las
JMJ ha ido rajando -él mismo lo reconoce- de Rouco, de la Iglesia y
del Papa. Bien (mal: es un decir). Pero le llegan las fotos de los
indignados (de los maleducados: los hay que no lo son) gritando con
las venas a punto de reventar a una pobre chica que besa un crucifijo.
Y explota. "Un energúmeno con las venas del cuello hinchadas,
desaforado, gritándole en la oreja a una muchacha asustada que besaba
un crucifijo. Se sentía provocado, por lo visto, hasta estallar de
cólera, porque la chica rezaba. Será un reflejo de educación machista,
o lo que sea. De mis 59 tacos. Pero ese pavo aullante me dio vergüenza
ajena. De ser hombre". Luego explica sus razones. En fin, que es de
sentido común que algo pasa.

VI.
Un pedal para acabar. Se hablará mucho de lo que queda, económicamente
hablando, después de las JMJ. Lo más importante (y eso no resta
importancia a lo económico: la añade) es lo que no se ve y cambia a la
gente. Y permanece. Y eso está dentro de cada uno. Ya he visto mucha
gente -yo mismo- que ha pasado unos días sonrientes, a pesar de las
palizas diarias de andar y tumbarse en medio de las piedras, y leer
tonterías en los diarios, etc. Queda todo eso. Y las palabras del
Papa, que parece ajeno a lo que no sea el mensaje -medido y razonado:
trituradito para que llegue a todas las cabezas- que venía a dar: el
cristianismo de siempre. Yo he visto lo que me enseñaron de pequeñito:
gente rezando, confesándose y yendo a Misa. Y eso lleva a sonreír, a
pedir perdón tras un empujón, etc... El Papa es muy consciente de que
hay que ser muy bueno para no defraudar a los demás, aunque piensen
que no tienen nada que esperar de nosotros. No hay que dar siquiera
ocasión de rajar de la religión. Ahí van sus palabras a los
seminaristas, que se pueden aplicar a todos. Con ellas me despido:
"Nosotros debemos ser santos para no crear una contradicción entre el
signo que somos y la realidad que queremos significar".