Ya van varias Contras en que los entrevistados dan sus remedios para estar feliz y contento. Sin duda, todos dicen cosas sensatas: su profesión les avala, con sus éxitos. Querría sumar mi granito de arena. De hecho, el granito de arena de Santo Tomás. Sí, sí, lo sé: suena a siglo XIII. Pero también estaban tristes. Y Santo Tomás tenía especial olfato, por ser santo, para lo humano. Por eso, sus remedios, recogidos del pueblo y razonados por su potente intelecto, están en la Suma Teológica: a Dios no le puede querer algo inhumano. La gracia supone la naturaleza; no la anula, sino que cuenta con ella, solía decir también. Ahí va un resumen de los remedios que propone, después de definirla y analizar sus causas (Summ. Theol. I-II, qq. 35-38): el llanto, el sueño, la compasión de los amigos, el amor, la contemplación de la verdad, la diversión y ¡la decisión de no estar triste! Son todas cosas relacionadas con la normalidad de un corazón -unos afectos- sanos: que lloran cuando deben, que se alegran con quienes les quieren bien, que se dejan deslumbrar por la verdad, que sabe tomar un buen baño sin prisas... y que deciden no dejarse llevar por la tristeza, lo cual es muy diferente del hecho de notarla. ¡Qué gran Contra nos esperaba si el bueno de Tomás de Aquino estuviera vivo! En su honor lo escribo.
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