Interesante el artículo de la neurociencia y la religión. Vuelven a explicar que la serotonina y demás sustancias etcétera, etcétera... Muy bien, gracias. Hace tiempo que sabemos que todo lo que hace un hombre tiene su repercusión en el cerebro, porque el cerebro no funciona solo. Soy yo. Por tanto, ¡claro que cuando rezo mi cerebro se excita en algunas partes! Y cuando hago un sudoku. Pero no es la serotonina la que genera el sudoku, ni me gusta porque se segrega, sino al contrario.
De todos modos, vayamos a lo que quería. Dice el artículo que Francisco Mora, también autor de "El dios de cada uno" (ed. Alianza, 2011), concluye: "De lo que cabe poca duda es de que nos hallamos en esos prolegómenos de la era de la posreligión, desde donde se avizora que la religiosidad será concebida con recogimiento, pero con un destierro, posiblemente, de lo sobrenatural".
Ahí le tenemos: ejerciendo de profeta a la vez que critica a los profetas, y en época de relativismo; ejerciendo de ciego que no quiere ver a siete escasos meses de las JMJ de Madrid, en que 2 millones de jóvenes rezaron en silencio ante lo que el ojo no ve ser más que un cacho de pan. Como siempre, andamos buscando a Dios, lo cual es, por otra parte, muy propio del hombre.
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