Comparto totalmente el artículo de Jordi Graupera publicado el 12.5 (¡de 2012!) en La Vanguardia: "La herida a la vista".
Me quedo con el final. Dice Grauprea:
"Hoy, ser cristiano, aparte de ser contracultural, obliga a dar tantas explicaciones que se te acaba musculando la razón. Por eso siento un profundo agradecimiento por los pioneros del ateísmo y por los asesinos de la corteza de Dios"
La corteza de Dios. Gran imagen: los ateos de hoy ni le rozan, al bueno de Dios. No son ateos, ni agnósticos: son indiferentes. Y ni siquiera se preocupan de saber qué diferencia hay entre esos términos. Tienen la bandera, y sobre todo la garganta, gastada.
¡Qué bien le vino al catolicismo la Ilustración, con su necesidad de razonar! Lo que no te mata, te hace más fuerte. Y a Dios no hay quien le mate.
Ateos o herejes como los de los primeros siglos... ya no los hay. Ya fueron puestos en su sitio, con argumentos, con razonamientos: no a grito pelado. Ateos con cabeza. Ahora montan una manifestación atea y van cuatro gatos. Muchos menos que al Barça-Madrid, por supuesto; o que a la cima del Tourmalet, a ver cómo pedalean.
Vienen a mi memoria las pintadas que aparecieron, según se dice, en un muro.
Fueron sucesivos graffittis: "Dios ha muerto. Firmado: Nietzsche".
Luego: "Nietzsche ha muerto. Firmado: Dios".
Dejo para el final, anecdótico, la tercera en batalla: "Y yo me empiezo a encontrar mal. Firmado: yo". Para quitar hierro al asunto.
Supongo.
Comentarios
A.J. Heschel, Crescere in saggezza, Gribaudi, Milano 2001, p. 157.
E.L. Fortin, The Regime of Separatism: Theoretical Considerations on the Separation of Church and State, en Id., Human Rights, Virtue, and the Common Good, U.S.A., 1996, p. 8.