Hace un tiempo corría un texto por internet en que un chico decía que quería ser una tele, porque su padre hacía más caso a la tele que a él, y porque la cuidaban mucho, etc.
Hoy día, se han girado las tornas. Ahora quería proponer otra comparación: ¿qué pasaría si los demás -empezando por los más cercanos, por nuestras familias- fueran como nuestras Blackberry o IPhone? ¿En qué sentido? En el más sencillo. Sólo haz memoria, a ver si te suenan (a mí, sí, por supuesto) estas frases: "¿dónde está mi BB?", "Voy a ver: mira, dos mensajes", "a ver qué hora es...", "miro si me han dicho...", "¿alguna cosa en el muro?", "voy a colgar un tweet", etc... Cada dos por tres. Es, para algunos, como un acto reflejo: la mano al bolsillo y... una de esas frases. U otras. Por eso ya se me está ocurriendo ponerme un post-it en la cabeza que diga "soy tu BB" o "soy tu IPhone". A ver si así... Si nos acordáramos de los otros, y del Otro, tantas veces como de nuestra BB o IPhone, otro gallo nos cantaría... Digo.
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