Murió otro futbolista: Miki Roqué. Se esconde la muerte de la gente. Se le llama de mil modos, por no llamarla muerte. Pero hasta en las maneras de llamarla con disimulo y eufemismo, se transpira una visión positiva, cristiana, del suceso. Occidente tiene raíces católicas, mal que le pese a algunos. La muerte no sólo no es mala, sino que es necesaria. Otra cosa es el proceso, que puede ser muy doloroso y uno puede perderle el sentido. No seré yo quien juzgue. Por lo visto, a la muerte de Miki Roqué, Puyol, el del Barça, escribió sobre su "traspaso". Y esa fue la expresión que activó las neuronas. Tras-paso es pasar de un sitio a otro. Eso implica que hay otro sitio, y que uno es quien pasa allí. O sea, que uno no se muere del todo. "Non omnis moriar", decían ya los paganos: no moriré todo yo, hay algo en mí que es inmortal. Así es. Los filósofos paganos griegos, algunos de los cuales eran listos como el hambre, lo tenían más bien claro. Platón llegó a decir que la vida servía si era escuela para aprender a morir. O parecido. Cuando arrancó el cristianismo, los filósofos vieron que "esa nueva filosofía" cumplía con creces dicha finalidad. Para acabar, recomendar la lectura de las "Coplas a la muerte de su
padre", de Jorge Manrique. Cito una en particular:
en este vida mezquina
por tal modo,
que mi voluntad está
conforme con la divina
para todo.
Y consiente en mi morir
con voluntad plazentera
clara y pura,
que querer el hombre vivir
cuando Dios quiere que muera
es locura"
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