"¿Quieres ser natural? Bebe ******* y practica huerting". Eso leí con mis propios ojos en una botella de dos litros de un delicioso -salvo por esta tremenda idiotez- refresco.
Vamos a ver: ¿qué significa "huerting"? Eso se da por descontado: poner un huerto en tu casa. Así eres más natural. Uno de los males de nuestro siglo es el uso indiscrimado de las palabras en el momento en el que a uno se le pasan por la cabeza. Ahora mismo, lo que importa no es su significado sino si están de moda o no. Da igual que "verdad" sea una palabra que lleva consigo un concepto sobre el que se ha pensado desde hace muchos siglos. Ahora, (¡incluso en latín!, "veritas") es un supermercado de comida de verdad. La otra, se ve, era de mentira. Pues de lo mismo hablan en el refresco del principio: ser natural es algo totalmente deseable. Es volver a la naturaleza, al estado en que íbamos con taparrabos. O algo así. Lo malo es que hay pocas palabras más discutibles que "natural". Sobre la ley natural se han escrito, sin ir más lejos, muchas más páginas que sobre el Barça, que ya es decir. ¿Se trata de que ser natural significa actuar según la naturaleza, según un prediseño? ¿Según lo que uno ha nacido, que de ahí viene natural? A eso se refiere, con una explicación mucho más elaborada, el propio Benedicto XVI. Dice, sin ser literal que sí, viva la ecología: pero es que también hay una ecología del hombre. Eso es la ética. Y lo dice, entre otros sitios, aquí: http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/peace/documents/hf_ben-xvi_mes_20061208_xl-world-day-peace_sp.html.
O volvemos a dar a las palabras el significado duro que han tenido mientras nuestra civilización tenía sesos, o jamás saldremos de ésta.
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