Efectivamente, la entrevista que le estaba haciendo la buena -y no precisamente políglota- de Izaskun era surrealista. Pero Usain Bolt no se detuvo por eso, sino porque un himno estaba sonando, con la izada de su bandera respectiva. Y eso merece respeto. Eran el himno y la bandera americana. Todo el mundo sabe que Bolt es jamaicano. Eso es respeto. Dudo que Bolt no ame a su patria. La ama y, por eso mismo, comprende que otros amen la suya propia. Esa es la razón de su respetuosa inacción y silencio contemplativo.
Casi como en la final de copa del Rey: pitada al himno y a la bandera y al rey. Da que pensar. No es cuestión de nacionalismos, sino de respeto. Bolt nos lo enseña a la velocidad de sus piernas.
Casi como en la final de copa del Rey: pitada al himno y a la bandera y al rey. Da que pensar. No es cuestión de nacionalismos, sino de respeto. Bolt nos lo enseña a la velocidad de sus piernas.
Comentarios