«Ninguno ha creído a Sócrates hasta morir por su doctrina; pero, por Cristo, hasta los artesanos y los ignorantes han despreciado, no sólo la opinión del mundo, sino también el temor de la muerte".
Son palabras de san Justino, filósofo que vivió a mediados del s. II? y que se convirtió al cristianismo. Las dice en su Apología, 2, 10 (PG 6, 462).
De todos modos, Sócrates sí murió por la verdad, como bien sabía san Justino. Y tantos otros, por una causa justa, que no es otra cosa que un ideal que de considera verdadero: de una bondad sólida y duradera.
Todo eso se por de manifiesto en una huelga de hambre. Jamás un animal la hará. Ni tampoco un hombre, si la causa no lo vale.
Digo esto porque ahora, ¿por qué estaríamos dispuestos a morir? Los hombres somos y seremos así. Es nuestra última manera de afirmar que no somos aglomeraciones de átomos, cosa solo material. Algo nuestro esquiva las barreras de lo temporal y meramente físico.
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