Tomé esta foto el pasado jueves (jeje: el 10 de noviembre de 2012). Justo antes de entrar a trabajar.
¿Qué es?
Una hierbecilla que sale de entre dos piedras, en lo alto de un muro.
Ya sé que de la piedra no salen hierbas, pero lo parece. Y precisamente ahí está la gracia. Donde el ojo ve sólo piedras, donde a simple vista no hay más que materia dura y gris, de la que nada bueno, joven o alegre, puede salir... ¡zas! Un retoño. Una hierba verde, verde. Vida.
Porque hay tierra abonada y lista para hacer brotar lo que convenga en los más inverosímiles sitios, aunque escape a nuestra mirada.
No tengo que explicar esta sencilla metáfora sobre el optimismo y la confianza en los demás.
Sí querría aplicarla a varios campos: a la educación, a la familia, y a uno mismo.
Quizás sobre todo, eso último.
Si todo está siempre mal, limpia tus gafas.
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