Los nuevos tiempos traen nuevos refranes. Cuando nuestros abuelos (tatatatatarabuelos, para ser exactos: Rómulo y Remo), era "in vino veritas", por aquello de que, como también dice Homero en La Odisea "el mucho vino les hace a los hombres reír blandamente y desvelar cosas que más les valiera guardar en secreto". O algo por el estilo. De lo que sí estoy seguro al cien por cien es de que la traducción que leí dice "reír blandamente". Expresión que me parece genial y descriptiva como pocas.
Se sabe que cuando uno no es dueño de sí mismo, desvela secretos.
Pero no era esta rama donde yo quería subirme. Decía que ahora hemos generado un nuevo refrán: "in whisky, veritas".
Ahí tenemos a los de Chivas con su anuncio en La Contra de La Vanguardia: "Que tus palabras no se las lleve el viento". Cosa imposible, como se sabe, si no se graban, o si no se ejecuta lo que la pura boquita ha dicho.
A mí me hizo pensar en esto último. Dicen ciertos expertos (y lo digo esta vez sin mala uva) que una de las enfermedades de nuestra época es que somos imprudentes, por el miedo a equivocarnos. Me explico. La prudencia, explicaban los clásicos, es el arte de acertar en los medios que llevan a los buenos fines. Y eso, con tres paso: el iudicium, el consilium y el imperium. O sea, juzgar la acción, pedir consejo (que uno puede o no seguir) y exhortarse a uno mismo a actuar, mandarse actuar. Aquí, en este tercer punto, es donde nos falla la mayoría de ciudadanos hoy día. Y es donde el publicista de Chivas quiere incidir, sin duda.Piensa, decide y actúa. Quien no actúa por no equivocarse, se equivoca dos veces. Doy por sentado que la omisión puede ser una acción: decido no ir a un sitio. Y no voy. Es un acción. No me refiero a eso.
Se trata, ni más ni menos, de tomar partido... ¡en nuestra propia vida!
Gracias, Chivas por tu "que tus palabras no se las lleve el viento".
Acabo con dos paralelas en latín:
Verba volant, scripta manent.
Facta, non verba.
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