Piropos a la verdad

He visto una película hace poco. De Denzel Washington. Se llama "El invitado". Tiene algún morcillón sensualote. Lástima. Tiene también, y con esto me quedo, una frase tremenda. La dice el super jefe de la CIA, que está de vuelta de todo. Típico.

"A la gente ya no le interesa la verdad. Es amarga. No te deja dormir por la noche".

Así nos la venden hoy día. Y así de bien les va a los psiquiatras, psicoterapeutas y psicólogos. ¿No quieres sopa? Pues toma tres tazas. Quien huye de su verdad, por amarga que sea, acaba neurótico. Porque la verdad no es un papel que puedo entregar o no. Soy yo, aunque no me acepte, o no quiera ni pensarlo. Y yo no puedo negarme así como así. Una opción es usar una pistola en mi sien. Así de duro está el asunto, siempre que uno no reconoce sus pifias, más o menos profundas.
¿Conclusiones? Una: que conviene mucho mirarse el ombligo de vez en cuando y saber si lo que queremos que vean se parece a lo que somos. Y corregir las cosas cuanto antes.

Y ya que vamos de situaciones extremas... La parte positiva es mucho más estimulante. Así lo decía San Josemaría (y otros mucho más, seguro): "Quien no sabe que es hijo de Dios desconoce su verdad más fundamental". Así de fuerte: pase lo que pase, hay Uno que siempre te dejará empezar otra vez. 
Más madera. Es una gran cosa que Jesús dijera "soy la Verdad, el Camino, y la Vida", porque son las tres cosas que más necesitamos los hombres, también hoy día. La Verdad (con la seguridad de las cosas que no cambian y la posibilidad de conocer y conocernos), el camino que seguir, con un destino cierto por el que vale la pena toda lucha, y la Vida: que sea un sendero vivo, y no una teoría o un simple libro.

¡Un saludo!



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