Por dos motivos voy a escribir sobre el matrimonio: porque he podido ver este fin de semana una bonita película, y porque la decoración de una casa me lo sugirió.
La película se llama "Sunrise", y es una obra de arte. Es la segunda vez que la veo (y que la comento aquí: me da igual). Es en blanco y negro. Y muda. Y del año 1927, estrenada en el 28. Y ganó 3 Oscar, en la primera vez que se otorgaban estos premios. Se trata, como bien puede leerse en los primeros subtítulos, de una historia matrimonial, con algún que otro affair extramatrimonial. En concreto, sobre la desgracia de esos affaires sobre todos los miembros de la familia. Nada -tampoco en el amor, con sus partes amargas y dulces- se construye ni se destruye de golpe. Quizás pueda ser este un buen resumen.
La decoración de la casa no se verá bien en la fotografía que hice, pero para el asunto que nos retiene ahora en la pantallita, es más que suficiente.
Se trata de un yugo. De ahí cónyuge: los que están en el mismo yugo. Los que ahí están porque quieren. Los que, con su fuerza, tiran de carro en la misma dirección. Una fácil conclusión: cuando uno de los dos se desentiende, la cosa se resquebraja, como se observa en la película.
Recomiendo, con calma y en una buena hora (sin sueño, mejor), ver el peliculón.
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