Es cuestión de peso...


He visto esta simpática e impactante imagen en una foto de un amigo. Me parece muy buena metáfora.


La sonrisa habitual, hasta en los momentos de cansancio y dolor, depende de la alegría que uno tiene en su vida. Dejo ahora de lado los efectos del alcohol en nuestra cara. El corazón engorda con el amor; con el que da y recibe, pero especialmente con el primero. Por eso, lo que se necesita para ser feliz no
es una vida cómoda, sino un corazón enamorado. Como decía San Josemaría.

Toma ya.

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