Para unos es, simplemente, la más estúpida de las competiciones.
A mí me parece que es otra manera de ver que no somos simples animales.
Me refiero a la competición de Gloucestershire llamada Cheese Rolling. Aquí adjunto un vídeo, desternillante.
No es, como pensarán algunos, sacar demasiadas consecuencias de una tontería, de modo forzado.
Ni mucho menos.
Otros dirán que es una animalada, con esa palabra tan bonita. Y estoy casi de acuerdo. Porque el hombre tiene de animal —en el sentido estricto— lo mismo que de asteroide: los elementos y las leyes físicas. Bien: y quizás algo más. Pero lo más propio del hombre —y se desprende de este vídeo— es un sobrante, la libertad, el estar por encima de lo meramente físico o animal o biológico. Ya es notable el hecho de que a todo lo burdo que hacemos se le llame animalada: implica que no somos del todo simples bestias.
La persecución del queso rodante (por traducirlo de algún modo) es un evento totalmente humano. No digo yo que las obras de Shakespeare no lo sean, también. Y, en cierto sentido, más: hay una gradación en algo de las obras, sí. Pero no dejan de ser humanas.
Esa persecución quésica (toma ya neologismo) es algo totalmente humano porque un simple animal no hará eso jamás:
No quedará con amigos (porque no tiene).
Ni se vestirá de animal (porque no se visten... y porque ya lo son), o con traje de nacer, disimulado con una leve ropita.
Tampoco esperará a que den la salida (porque no sabe qué es eso: una norma).
Ni mucho menos irá a cazar un queso sin que le guste el queso siquiera (porque se mueve por lo que le atrae como necesidad biológica)
Y otras muchas cosas que omito y que uno podría perfectamente comentar.
Digamos dos cosas más:
El juego aparentemente absurdo es una de las muestras más humanas que existen. Y sólo es absurdo en apariencia: porque hay racionalidad, hay normas, dentro de lo estúpido —festivo, debería decirse— que parecen, y son.
Por acabar en punta, se ve perfectamente una diferencia entre los hombres y las mujeres. La imprudencia, la valentía, la osadía, la pasionalidad... la andreía, en griego. Esa palabra que significa todo eso, y que tiene una raíz común con "andrós", varón, hombre masculino.
Casualidades.
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