Dicen que los esquimales tienen cientos de palabras para hablar de la nieve. Hoy he invertido unos minutos a la causa y he visto que no tienes más que las que un inglés pueda tener. Lógicamente, las usarán más. Y serán, algunas, derivadas, a partir de una raíz común.
Bueno, pero para lo que quería, me sirve igual.
Y lo que quería era, precisamente, esto: comparar esa riqueza para hablar de algo exterior (la nieve) con cierta pobreza a la hora de hablar de lo interior.
En concreto, el architrillado campo de los adolescentes, que despejan todos sus problemas con un "me da palo". Sería más verdadero decir que no despejan, sino que posponen: huyen de ellos.Y, muy frecuentemente, porque no tienen las palabras para describirse y describirlos.
Por poco que uno haya hablado con algún adolescente y sea algo perspicaz, se dará cuenta de que cuando se les propone algo y dicen "me da palo" puede ser, perfectamente, que quieran decir todo esto:
-me da miedo porque es una novedad
-me da miedo porque no quiero fracasar
-me horroriza porque ya lo intenté y no salió
-me horroriza porque no sé si saldrá como quiero (ni sé cómo quiero que salga)
-me da miedo porque no sé cómo acabarlo
-me da vergüenza
-me cuesta
-tengo la cabeza en otra cosa (un mozo, una moza, un examen, una canción, un pisotón que me ha dado un amigo, una mala mirada de mi padre, un desplante de un amigo, un wadsap que no llega). No me vengas ahora con eso.
-me molesta por razones que no quiero comentarte
-estoy con dolor de cabeza y ni te he escuchado lo que me propones
-tengo que ir al baño. Después probablemente te diga que sí.
-me ha dado un ataque inteso de pereza, pero estoy de acuerdo.
Y algunas más. Claro, algunas son tonterías. Pero otras, no.
Y hay que enseñar a la gente -no sólo a los adolescentes- que las palabras cajón (donde cabe todo) son para las situaciones vulgares. El hombre merece las palabras exactas.
Matizando, que es gerundio.
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