Se oye hablar mucho hoy día, especialmente en el ámbito de la educación, de las nuevas tecnologías. Quisiera decir, brevemente, unas pocas cosas:
La tecnología va avanzando: los cacharritos concretos no pueden ser la clave única de la educación. Porque nunca lo han sido. Y no lo han sido, sencillamente, porque la educación tiene como sus qué subtanciales cosas inmaterial: la verdad, la inteligencia, la transmisión (y eso implica libre recepción) de conceptos y valores... y poco más. Todo lo demás es accidental. Centrarse en la tecnología (si es que alguien llega a hacerlo) es un error por esa razón. Además, ¿qué hay de la vieja tecnología? Los lapiceros, los bolígrafos, las libretas, las pizarras... ¿Alguien de la "vieja escuela" ha llegado a pensar siquiera que podía basarse la educación en alguno de esos trastos: tecnología al fin y al cabo, pese a que no nos parezca muy avanzada (a su tiempo, lo fue, sin duda)? Lo dudo. Pero ahora hay quien lo hace.
Algunos afirman que el avance de la tecnología ha ido demasiado deprisa. Lo que hay detrás de esa afirmación es tal vez esto que ahora intentaré explicar. Los griegos distinguían -resumiendo las cosas- tres tipos de acciones en el hombre: la teoría, la técnica y la praxis (o práctica: la acción moral). Sostenían que las tres debían ir de la mano. Pues bien, la técnica (la tecnología: internet, los nuevos medios de comunicación, las TIC,etc.) ha crecido huérfana de práxis.
Conviene recuperarla: hay que usar la técnica de modo éticamente correcto. Parte de ello consistirá en renovar el uso de las virtudes en nuevos campos. Pero parte será, también, aplicarse a que los hijos aprendan a vivirlas. Las virtudes son la encarnación de los valores que pueblan las páginas de los libros.
Por supuesto, los mejores educadores (así, conceptualmente: sin nombres ni apellidos) son los que tienen eso inmaterial bien cogido. Y, por eso, sólo les faltará sacar el máximo partido a las tecnologías, sean viejas o nuevas. Y digo "sólo" siendo consciente de que es un "sólo" muy relativo: a cierta edad, hay quien huye despavorido ante un ordenador. Pero tampoco le hace falta para cautivar a su público.
Por supuesto 2, me parece que se da demasiada importancia a la escuela. La educadora por antonomasia debería ser la familia. Y me refiero en parte también a la educación de conceptos, no sólo devalores. Si unos padres corrigen a su hijo al hablar de modo deficiente, y le regalan libros en lugar de videoconsolas, y le hacen razonar en lugar de pegarte... sale uno diferente. Eso es obvio.
Hala, pues.
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