Desde hace un tiempo, busco una palabra en desuso y hago una foto de la pantalla, para colgarla en la web.
Hoy tocaba la "p" y he puesto "pudor".
He pensado que podía comentar alguna cosa al respecto.
Las palabras, lo sabe todo el mundo y especialmente quienes no lo admiten, valen mucho. Si, por decir una salvajada que aclare todo, voy por la calle y oigo mi nombre y apellidos seguidos de un "es un ladrón y un sinvergüenza", entiendo qué dicen, y me molesta. No da igual, porque las cosas tienen un significado.
Si luego viene alguien y me aclara que "ladrón y sinvergüenza" significan en realidad "bienhechor y simpático" no sabré qué pensar, porque, por la misma regla de tres, podría querer decir otra cosa. Ejemplo tonto, pero que basta para saber que las palabras expresan conceptos que los hombres deben tener en común para comunicarse entre sí. Esa sería una manera de explicarlo.
Cuando uno lee la definición de pudor, lee:
"honestidad, modestia, recato".
Son cosas buenas. Una persona debe ser honesta. Que la modestia sea una virtud salta a la vista cuando uno se encuentra con un inmodesto: un chulo (en lo que a ropa o ropaje mental se refiere). Qué sea el recato ya es otra cosa. Se trata de una definición casi circular, porque la RAE dice que se trata de "honestidad, modestia, especialmente en las mujeres".
El pudor es un defensa natural en los seres humanos, una vergüenza positiva.
Es el cristal antibalas de un gran diamante.
Es la entrada que hay que pagar para ver el Louvre. No porque sea malo, sino porque es muy bueno, y no quiero que un desaprensivo o alguien con malas intenciones lo vea.
Así de sencillo. Una defensa de algo no malo, sino muy bueno.
Existe la intimidad física y la intimidad espiritual (no física).
Por eso, el contrario es negativo y hasta algo que muestra una disfunción psicológica: el exhibicionismo. Tanto interior como exterior.
Cuando alguien muestra demasiado su cuerpo o su interior es que no se valora lo suficiente. Es, posiblemente, una señal de egoísmo, aunque parezca lo contrario: una generosidad envenenada que se muestra a los demás. Es una desnaturalización del darse, tanto físico como metafísico. Porque lo natural es un darse personal, tanto en el cuerpo como en lo espiritual.
¿Qué pensaríamos de quien diera sin reparo su número de cuenta corriente? Que está loco, que no sabe lo que hace, o que tiene la cuenta vacía. Lo mismo ocurre con quienes no son pudorosos, reservados, recatados, honestos: si me muestras demasiado es que no tienes más que lo que muestras.
Otra cosa -loable, buena y que llega a su tiempo- es el compartir la intimidad -física y espiritual- con la persona a quien uno ama. Y conviene diferenciar entre amar y apetecer solamente.
El pudor, precisamente, ayuda a distinguir entre esos dos conceptos. Y hay que educar a los hijos en ese sentido: que no es lo mismo la intimidad que el secreteo. Mi ropa interior no es secreta: es interior (íntima, si se quiere).
Que no somos caballos, vamos.
Comentarios
La verdad es que yo les hablo del pudor a mis hijos; y lo que a menudo a los adultos nos cuesta de explicar, los niños lo entienden con una naturalidad impresionante.