La foto no es mía. Estaba en internet. Refleja algo de lo que sí oí ayer.
Tertulieta entre óptimos amigos después de cenar.
Uno arranca y nos cuenta su hazaña.
El hotel de concentración del Barça cae a unos cuantos cientos de metros de donde estamos. Allí están, decididos a jugar contra el Atlético de Madrid la ida de la Supercopa. Él, culé hasta la médula, no se lo piensa más: "voy a verles: nunca he podido estar tan cerca".
Y, ni corto ni perezoso, se fija un objetivo: "foto con Messi, o abrazo, o lo que sea: voy a salir en la tele", entiéndase la hipérbole. La cosa es que todos nos partíamos el bazo escuchando su narración, que rozaba lo bélico.
"Lo importante", decía, "es la seguridad". El plan A era meterse en el hotel. Y, efectivamente, casi lo logró. Un segurata le detuvo en la misma puerta. "Lo de que era del equipo no coló". Me ahorro detalles.
"Pero tenía un plan B: dar con otra puerta". Y dicho y hecho: se dio una buena vuelta por el edificio.
"Nada. Plan C. Vi unos abueletes tomando un chisme en un patio interior. E intenté explicarle al abuelo mi plan: "usted me abre como si yo fuera su nieto o tuviera algo que ver con usted". Ni caso". La gente perdía fuelle en este paso de la explicación.
"Pues plan D. Ir con la gente. Pero llega un bus impresionante. Y se pone delante. Bien. El conductor baja y se pone a limpiar los cristales de las ventanas. "Oiga", le suelto, "que yo le ayudo a limpiar, ¿eh?". El tipo sonríe y me digo: "ésta es la mía". Pero no: "nada, chico: ya está limpio", me responde".
No recuerdo el plan E y el F, pero llegó a eso. Y grabó un par de vídeos, y vio a sus ídolos deportivos. Y lo contó con todo detalle.
"Lo importante", resumía al final, "es la seguridad: lo malo es que iba vestido mal. La próxima vez me tiro debajo del bus..."
La conclusión es obvia: hay que tener en la vida un plan F, y no sólo un plan B. Y no para nimiedades como estas, que lo son, por más ilusión que le haga a uno ver a unos atletas...
Dos puntillas:
-la perseverancia requiere un fin que sea bueno y valga la pena; y fortaleza para mantenerse en la lucha hasta lograrlo. Muchos fracasan en la vida (en lo importante y en lo tonto) por no tener un buen fin; otros, por no tener fuerza de voluntad: a la primera, se rinden.
-"Quien tiene un por qué, resolverá cualquier cómo". Eso decía Viktor Frankl, psiquiatra listísimo superviviente de Auschwitz. Me fío.
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