Un Plan A para la juventud...


Ayer la cosa iba del Plan F: tener uno.

Pero se sugería que a veces el problema es que ni siquiera hay plan A. O que, cuando lo hay, no hay fuerzas para llevarlo a cabo.

Cualquiera que conozca a los hombres se dará cuenta de que una de las causas de la hiperactividad o ultra-activismo es, por raro que parezca, la falta de plan. Cuando uno no sabe qué hacer, se mueve mucho, no sea que lo parezca. 

Causa posible: estamos hechos para apagar nuestra sed con lo infinito, con Dios. Otro tema ya es ver cómo. "Ni ojo vio ni oído oyó", decía San Pablo, después de un éxtasis... conque yo no me voy a mojar especialmente. 

Lo que sí se puede decir es que un espacio infinito (y es una metáfora) se llena con un cuerpo infinito, y no con un conjunto casi-infinito de cosas finitas. Y a eso tiende quien no tiene un sentido: a intentar llenarse con cosas que no llenan del todo. Y que exigen más... para seguir dejando espacio. Uno come y se queda con hambre siempre. Hasta que se empacha, de golpe. Y ve que está vacío. Es paradójico, sí. Como el hombre mismo
Eso mismo ha explicado el Papa hace nada en las JMJ, en el discurso de bienvenida a los jóvenes, en Copacabana: "Y terminamos empachados pero no alimentados. Y es muy triste ver a una juventud empachada pero débil." Porque, entre otras cosas, el empacho es una situación que genera falta de coordinación tanto física como intelectual y espiritual... Una pena. Lo mismo que la resaca. Los excesos se pagan, y muestran, al final, que uno está por llenar: vacío.

Bien, y ahora algo positivo. 
Y un poco fuerte. 
Un plan A para los jóvenes y los menos jóvenes. El más genérico, que habrá que tener siempre y que se concretará de muchos modos: buscar un fin que abarque toda la vida. Los católicos de hace años -y todavía es así, gracias a Dios, en muchos sitios- hacían un parón mental al llegar la edad de la primera juventud, cuando los amores surgen y le disponen a uno a buscar pareja para siempre. Conscientes de que no eran -no somos- carne solamente, se paraban a pensar: "¿qué quiere Dios de mí?, ¿qué plan A tiene?", y, solucionada esa pregunta -casado o célibe, con sus múltiples variantes- , ¡gas a fondo hasta llegar al final! Era natural. Y ¿por qué no va a volver a serlo? A eso estamos.

No sea que uno corra mucho, pero fuera de camino, como sugería San Agustín: "bene curris, sed extra viam". Porque sería peculiar, por decirlo de algún modo, que Usain Bolt se dedicara a jugar a ajedrez.
Dejémoslo aquí, que estamos a tiempo.

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