La ilusión de los principios

Inicio de curso para los niños y universitarios y másters. Y de trabajo, después de las vacaciones. Un año más.
Libretas nuevas. O lo que sea. Pero novedad. 

Lo digo porque siempre recuerdo la ilusión de la primera página en blanco.
Y lo digo porque siempre se habla de mantener la ilusión de los principios. 
Y es tontería, a mi modo de ver. Porque lo que hace falta no es la ilusión de los principios, sino el motivo que te lleve a funcionar sin esa ilusión. Porque, como la propia expresión dice, la "ilusión de los principios" es de los principios. 
Luego se pasa. Y vienen otras, más racionales. Y periodos en que no hay ilusiones sensibles.
Y no pasa nada. 
¡Ojo, si uno sólo trabaja si hay ilusión de los principios! Que por algo las libretas tienen más de una página y los años, más de un día.

Al respecto, quisiera decir una cosa. La etimología de "Ilusión" tiene su gracia. Está ligada a "ludere", jugar, en latín. Ciertamente, el tipo que juega está ilusionado y desprende su ilusión. Se une esto al trabajo de un sencillo modo. El tipo que sabe mucho, parece que esté jugando y disfrute de su trabajo. Uno ve jugar a no sé quién, y parece que no le cueste esfuerzo, que esté jugando; uno ve tocar el piano a no sé quién y lo mismo; uno ve dar una conferencia a no sé quién y parece que...; uno ve a un profesor que lo vive y parece que... 
Recuerdo una frase de Pablo Sarasate, ese genio del violín
"He tocado más de 20 años durante más de 8 horas diarias, y me llaman genio...".
¿Se entiende? Pero no hay que dejarse engañar. 
Sólo a base de sinsabores y esfuerzos y fracasos —relativos— uno es capaz de dominar. 
O sea, que hay que dejar para los primeros días la ilusión de los comienzos. Que la vida no es sólo el principio, sino todo.


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