Se dice que una manzana podrida en un cesto pudre todas las demás.
Pero querría proponer un nuevo dicho, que es tan verdadero y práctico como el propuesto en las primeras líneas. Y más positivo y esperanzado.
Una manzana sana cura a las demás.
Ya sé que en el estado natural no ocurre esto: las manzanas se pudren y san seacabó.
No así en los hombres, no así. El buen comportamiento de uno puede cambiar la dinámica de un grupo entero: sea una clase, una familia, una amistad, un estado, el mundo.
El bien se contagia, pero hay que ser natural y fuerte: persistente.
¿No fueron 12 pescadores los que cambiaron el mundo? No, fueron menos: alguno era banquero. Con los días que corren, poca broma con esa profesión...
Son días de inicio de curso académico. Posvacacionales, hablando más en general. Para todo grupo humano —y especialmente en los relacionados con adolescentes: hombres en cocción— compensa mucho tener esto presente... e intentar dos cosas: ser la manzana no podrida que ayuda a los demás, y encontrar más manzanas como esa, manzanas elevadoras.
¡Qué rápido y bien madura el adolescente-manzana que tiene en su punto de mira ayudar a los demás! ¡Y que rápido cambia el ambiente del cesto-grupo!
Hast aquí, que ya cada cual sabrá alargar y variar la metáfora
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