Con el uso sencillo de la lógica y el diccionario, puede llegar a decirse que ciertos programas que ahora mismo están a punto de estrenarse en un canal de televisión inglés son pronográficos, o pornofónico. Supongo que la ley debería prohibirlos, o ponerlos en horas en que resulte poco visible para los niños y los no niños.
Resulta que les preocupa el auge de la pornografía y sólo se les ocurre emitir un programa en que gente tiene relaciones sexuales ¡en un lugar que nadie ve! y luego hablan de ellas. La estupidez humana crece a velocidades insospechadas. Porque el argumento es que no se verá nada: no será obsceno. Como si lo obsceno se refiriera sólo a lo que se ve, y no a lo que se oye. Y que se trata de hablar del sexo real, y no de la pornografía.
Lo cierto es que, además, dice que se trata de un paso metido en una campaña que tiene como fin curar a los adolescentes de la pornografía. Como si fueran el público objetivo de la pornografía.
Está bien que se considere a la pornografía un mal y una lacra.
Está bien que se proteja a los adolescentes.
Pero el método es o tonto o hipócrita y, por eso, doblemente malo.
Supongo que a los participantes de esa basura les pagarán. Es decir, les darán dinero para que tengan esas relaciones sexuales y hablen de ellas. A eso, en castellano, se le llama prostitución. Y si enseñas imágenes de gente prostituyéndose, se le llama pornografía (de "pornés", prostituta, y "grafía", dibujo o foto). Pero, dicen, no las mostramos; sólo se habla de ellas. Pues pornofonía. En todo caso, se usa como medio una acción humana íntima y dignísima con la que no debería jugarse.
Lo menos malo, puede parecer, es que no hablan de amor. Pero eso es lo peor. Detrás de la expresión "hacer el amor" hay mucha tela que cortar. Tela que, por cierto, desaparece en este programa. El amor no se programa, no se compra. Sólo en los animales se da una separación entre sexo y amor. Por eso, si nos ponemos, los hombres somos los peores animales.
Lo menos malo, puede parecer, es que no hablan de amor. Pero eso es lo peor. Detrás de la expresión "hacer el amor" hay mucha tela que cortar. Tela que, por cierto, desaparece en este programa. El amor no se programa, no se compra. Sólo en los animales se da una separación entre sexo y amor. Por eso, si nos ponemos, los hombres somos los peores animales.
Patético, lo que hace el dinero.
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