Sigo con Stefan Zweig y su biografía de Fouché. He encontrado otros libros y voy lento también con este. Pero quería dejar aquí una perlita, una frase:
"Quien ha hecho una vez juego de tanta altura no se contenta ya con pequeñeces"
Eso se lo aplica Zweig a la ambición desmesurada de Fouché, que le hacían imposible la calma y el estabilizarse en los vuelos bajos. Porque había probado los altos.
Bonita manera de decir muchas cosas. Entre otras: que cuando uno ha llevado una vida de lucha y consecución de objetivos (de todo tipo: deportivos, mentales, humanitarios, religiosos...), es poco lo que deben sugerirle para que busque nuevos y suculentos retos, de difícil puesta en escena y ricos fines.
Ya se ha comentado en estos foros este asunto: que lo primero en educación (en la vida) es poner(se) ante los ojos de la gente un objetivo por el que valga la pena luchar. Ahora se añade esto: que luego, poca cosa será necesaria. El bien es difusivo y atrae de suyo. Una idea clásica, pero recordada por Zweig de modo precioso.
PD: Añado un apéndice, que explicaría este asunto en un contexto muy concreto. Es un punto de Camino, el 228: " "Que pasen buena tarde" —nos dijeron, como es costumbre—, y comentó un alma muy de Dios: ¡qué deseos más cortos!". Pues eso.
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