Kafka como educador

Para definir a un clásico hay que hacer un máster. Una vez hecho, uno se da cuenta de que hay desacuerdo. Yo ni siquiera he hecho un máster. Lo que sí sé, por experiencia, es que los grandes libros dicen grandes verdades en el momento menos esperado. O las sugieren.

Hace nada he comenzado a leer a Kafka. En concreto, su novela inconclusa "El desaparecido", también llamada "América" por su editor.

Avanzo poco a poco, porque tiene un estilo peculiar y difícil de leer. Para lo que estaba acostumbrado, como mínimo.
Y al cabo de escasas cinco páginas, la primera lección. El protagonista se encuentra con un fogonero de barco desesperado, e intenta darle unos consejos, con toda su buena intención. 
Ahí va la respuesta del fogonero:

"No quiero que se quede aquí. No escucha lo que digo y me da consejos"

Buen consejo para educadores: primero, escucha; luego, piensa y, si toca, aconseja. Y no al revés.


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