"En la mesa y en el juego se descubre al caballero", decían los antiguos. Me parece un gran refrán, muy pedagógico y que muestra un buen dominio de la psicología humana. Conviene tenerlo en cuenta si eres educador. ¿Quieres conocer a tus alumnos? Monta un juego. O cena con ellos. Ahí se les verá el plumero.
Pues bien, ayer vi el partido España-Holanda. Países Bajos, les llaman. No sé yo.
El resultado ya se sabe.
Aparecieron muchas reacciones. Añado una, en foto: "¡humildad, nenes!"
Siempre que a uno le dan una paliza en deporte, aparece la humildad como virtud. Parece mentira, pero hasta la Real Academia la define así: "Virtud que...", por lo menos en su prima acepción. No deja de ser peculiar. Ya se ha dicho por estos lugares informáticos varias veces: la humildad es una virtud cristiana. Tiene poco recorrido en nuestra historia occidental. La humildad era lo que se lee en las siguientes acepciones de la palabra: bajeza, sumisión, rendimiento. Cosa despreciable. Que le pregunten a Nietzsche.
Estaba unido a la humillación, definición que añado abajo.
Escuché las palabras de Del Bosque y me pareció que es un tipo humilde, y que, por tanto, no se sentía humillado. No sé si se entiende ese "por tanto". Pero es la clave de lo que querría decir en estas líneas: no es fácil humillar a alguien humilde, porque se conoce, porque es humilde. No se puede "abatir el orgullo" de alguien que no es orgulloso en ese mal sentido.
Me da la sensación de que Del Bosque es consciente de qué pasó y de por qué. Quizás se pueda arreglar. Si es así, se verá por qué la humildad es una virtud: o sea, una fuerza que ayuda a vivir, y no un defecto, que distorsiona tu visión de la vida.
Que uno puede ganar 5-1 con humildad. O no. Y perder de igual modo. O no.
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