En las partituras musicales aparecen escritas unas ayuditas que tienen parte objetiva y parte subjetiva. Son las indicaciones de "tempo". Y bien pueden compararse con los estados de ánimo, por los nombres mismos.
¿De eso va esta entrada de blog? No. Esa es la excusa. Va de la inteligencia emocional, de la educación de las emociones y de la gran tarea que realiza la música en esos dos ámbitos ¡hasta en los tempos anotados de los que hablábamos al principio!
"Allegro moderato", se lee en la partitura de Haydn. Al final de la entrada añado la serie de posibles anotaciones del mismo estilo. Expresan muy bien los posibles estados de ánimo.
Hoy día, cuando el chillido y el grito y la carcajada estentórea son los únicos de entender la expresión de emociones (el extremismo), nos viene de perlas un poco de educación musical. "Allegro moderato": o sea, alegremente pero con moderación. Bravo, bravo y bravo. Eso es lo que nos falta: alegría moderada. Y moderada no es poca, es moderada. O sea, según un modo... en que vengan las cosas. Las emociones no son solo subjetivas. No sé qué ocurre en los animales. Pero el hombre no es un simple mono con tejanos y móvil. Las emociones son subjetivas y, por la cuenta que nos trae, deben ser también objetivas.
Brevemente. Todo lo que siento yo es subjetivo: está, por eso mismo, relacionado conmigo. Otra cosa es que sea solo subjetivo: solo relacionado conmigo. O sea, sin ningún referente a la realidad exterior.
Los ejemplos -y cuanto más extremos mejor- ayudan a entender.
Si una persona llora dos semanas porque ha perdido un bolígrafo, es posible que la juzguemos como loca. Y no servirá de nada lo que se dice mucho hoy día: "yo lo siento así, y así lo hago". Porque no deja de ser verdad, pero es un error que trae consecuencias hasta de salud. Los psiquiatras están llenos de gente -y doy un salto- que se cree, de verdad, Napoleón.
Ahora bien, si esa persona que llora dos semanas porque ha perdido un bolígrafo te explica que ese bolígrafo es de oro macizo y que se lo entregó su abuelo en el lecho de muerte, como herencia, después de haberlo buscado media vida y haberlo hallado en la cima de los Andes, quizás la cosa cambie; quizás uno disculpe y entienda más el obstinado y prolongado lloro... ¿Por qué? Porque entonces nos parece más razonable, más objetivo... porque lo es. Hay una razón para ese sentimiento subjetivo. ¿Es eso contradictorio? No. Es humano cien por cien.
A eso se le llama, entre otras cosas, inteligencia emocional: objetivar (hacer razonables en lo posible) las propias emociones y sentimientos. Encarrilarlas según un patrón no sólo emotivo, sino racional: guiado por la inteligencia.
Así, la música puede enseñarnos -empezando hasta por el mismo nombre, que ya casi nadie sabe hablar así- qué diferente es una canción grave y una vivacísima. De igual modo que uno puede estar deprimido el día de la muerte de su padre o absolutamente feliz el día de su boda. O que uno, aunque pueda estar triste por un gol, no debe estar deprimido varios días. Y si ocurre, al médico.
Lo dicho.
Hoy día, cuando el chillido y el grito y la carcajada estentórea son los únicos de entender la expresión de emociones (el extremismo), nos viene de perlas un poco de educación musical. "Allegro moderato": o sea, alegremente pero con moderación. Bravo, bravo y bravo. Eso es lo que nos falta: alegría moderada. Y moderada no es poca, es moderada. O sea, según un modo... en que vengan las cosas. Las emociones no son solo subjetivas. No sé qué ocurre en los animales. Pero el hombre no es un simple mono con tejanos y móvil. Las emociones son subjetivas y, por la cuenta que nos trae, deben ser también objetivas.
Brevemente. Todo lo que siento yo es subjetivo: está, por eso mismo, relacionado conmigo. Otra cosa es que sea solo subjetivo: solo relacionado conmigo. O sea, sin ningún referente a la realidad exterior.
Los ejemplos -y cuanto más extremos mejor- ayudan a entender.
Si una persona llora dos semanas porque ha perdido un bolígrafo, es posible que la juzguemos como loca. Y no servirá de nada lo que se dice mucho hoy día: "yo lo siento así, y así lo hago". Porque no deja de ser verdad, pero es un error que trae consecuencias hasta de salud. Los psiquiatras están llenos de gente -y doy un salto- que se cree, de verdad, Napoleón.
Ahora bien, si esa persona que llora dos semanas porque ha perdido un bolígrafo te explica que ese bolígrafo es de oro macizo y que se lo entregó su abuelo en el lecho de muerte, como herencia, después de haberlo buscado media vida y haberlo hallado en la cima de los Andes, quizás la cosa cambie; quizás uno disculpe y entienda más el obstinado y prolongado lloro... ¿Por qué? Porque entonces nos parece más razonable, más objetivo... porque lo es. Hay una razón para ese sentimiento subjetivo. ¿Es eso contradictorio? No. Es humano cien por cien.
A eso se le llama, entre otras cosas, inteligencia emocional: objetivar (hacer razonables en lo posible) las propias emociones y sentimientos. Encarrilarlas según un patrón no sólo emotivo, sino racional: guiado por la inteligencia.
Así, la música puede enseñarnos -empezando hasta por el mismo nombre, que ya casi nadie sabe hablar así- qué diferente es una canción grave y una vivacísima. De igual modo que uno puede estar deprimido el día de la muerte de su padre o absolutamente feliz el día de su boda. O que uno, aunque pueda estar triste por un gol, no debe estar deprimido varios días. Y si ocurre, al médico.
Lo dicho.
- Larghissimo: extremadamente lento (menos de 20 ppm); usado en raras ocasiones.
- Largo: muy lento (20 ppm).
- Lento moderato
- Lento: lento (40 - 60 ppm).
- Grave: lento y solemne (≈40 ppm).
- Larghetto: más o menos lento (60 - 66 ppm)
- Adagio: lento y majestuoso (66 - 76 ppm); para Clementi, el movimiento más largo no era el largo sino el adagio.
- Adagietto: un poco menos lento que el adagio (70 - 80 ppm); poco usado.
- Tranquillo: tranquilo.
- Tranquillamente.
- Afettuoso: (72 ppm).
- Andante: al paso, tranquilo, un poco vivaz (76 - 108 ppm).
- Andante moderato: con un poco más de celeridad que el andante.
- Andantino: más vivo que el andante moderato; sin embargo, para algunos significa menos vivo que el andante.
- Moderato espressivo
- Moderato: moderado (80 - 108 ppm).
- Allegretto grazioso.
- Allegretto: un poco animado; sin embargo, en algunas piezas se toca como allegro y en otras como andante.
- Allegro moderato.
- Allegro: animado y rápido (110 - 168 ppm).
- Vivace: vivaz.
- Vivo: rápido y vivaz
- Allegrissimo: más rápido que el allegro; poco usado.
- Presto: muy rápido (168 - 200 ppm).
- Vivacissimo: más rápido que el vivace; poco usado.
- Vivacissimamente.
- Prestissimo: muy rápido (más de 200 ppm).
- Allegro prestissimo con fuoco: extremadamente rápido (más de 240 ppm).
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