(Hoy es la Sagrada Familia. Y no me refiero a la espectacular obra de Gaudí, sino a Jesús, María y José. En sus honor, ahí van estas líneas.)
Hace un tiempo ya que ocurrió lo que comentaré, pero resulta que me ha venido a la cabeza al ver esta imagen, que también quería compartir hace unos meses...
Iba con unos quinceañeros a comprar petardos (¡por san Juan: hace seis meses!) y, después de examinar con "gran" atención el catálogo, cómo no, se pusieron a jugar con él y a golpearse unos a otros. Adolescentes, vamos. Uno de los católogos se quedó en el suelo, desparramado. "Coge eso, campeón", le pedí a uno de ellos. Pero estaba en media batalla, así que el catálogo, lógicamente, tenía que esperar unos segundos. Se trataba de hombres, no de robots.
Un abuelillo, supongo que algo más quemado que los petardos, no tenía esos segundos de paciencia, y le gritó: "¡Coge los papeles, niño!: ¿eso te enseñan en el colegio?".
Lo cierto es que otra persona mayor, esta vez uno que tenía más edad todavía y que estaba más cerca de mí que el anterior, me miró con cara de comprensión y me susurró algo que no recuerdo, pero que me calmó: el abuelín primero estaba un poco fuera de sí.
Hasta aquí la tontería. Lo serio fue, opino, el error de fondo del señor, como queda claramente (y hasta poéticamente, diría) explicado en la foto.
Que yo recuerde, lo que antes se decía era "¿eso te enseñan en casa?".Porque ahí es donde se enseñaban -y aún se hace así- los primeros fundamentos de todo: desde lo más material hasta lo más espiritual, desde la manera de hablar, comer, caminar y cantar, hasta el modo de sentirse querido, de amar, y de rezar, pasando por los hábitos de lectura, y un sinfín de otras cosas mucho más importantes.
Esperemos que se vuelva a decir cuanto antes, por el bien de todos: de las propias familias, de los profesores, de las escuelas y de la sociedad.
(Quedaría mucho que decir sobre la escuela como refuerzo de lo que uno ve en casa. Ya cada cual que piense)
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