Ayer tuve la suerte de poder ir de excursión en bici. No gran cosa a nivel deportivo. Gran cosa a nivel de descanso: desengrase en la bici y entre las olas. El agua, tibia. Caliente, para los vascos.
Y, en Badalona, en el famoso espigón del Anís del Mono, pintadas como la que se ve a la izquierda. Míticas. Humanas. Clásicas.
A ese espigón van los enamorados a jurarse amor eterno. Como debe ser. Y a mostrar al mundo -al mundo posible, como mínimo: a todo el que pase por ahí- lo locos de amor que están. No lo digo con cinismo.
El ser humano se enamora y quiere algo eterno, para siempre.
Hace tiempo -y lo comenté aquí ya, creo recordar- encontré un chiste que me hizo gracia por su combinación de realidad y cinismo. Dice: "por ti, bajaría la luna; por ti, cruzaría estanques helados y desiertos de fuego... Mañana, si no llueve, vendré a buscarte". Hay versiones más simplonas. No las comentarmos.
Quien ama está dispuesto a todo: a bajar la luna, dice este tortolito de la foto. Ya se me ocurrirá cómo, respondería al atontado que le preguntara cómo. Y así lo calificaría: atontao. El amor da alas.
Todo eso, además de muy bonito, es muy cierto. Al ser humano se nos escapan de vez en cuando estos resquicios de eternidad, estos destellos de alma inmortal que todos tenemos. Eso son los candados que cuelgan sin llave -se tiran al mar, testigo de tanto amor y buenos deseos- jurando que jamás podrán abrirlos los infelices hombres que aún no aman. Eso son también las frases que se pintan con la vida y el alma más que con un torpe bolígrafo permanente.
Pero -siempre hay un pero- luego está la realidad. O sea, la otra parte de la realidad: el descuadre que llevamos todos dentro. Pecado y consecuencias, le llamamos los católicos. Y son igual de reales que el amor desenfrenado y verdadero.
Por eso se entiende que el comentario barato sea: "seguro que lo han dejado ya". Ese hice. El otro, el más profundo es el de este post: mientras sea amor, será así: con ansias de eternidad y de plenitud. Y no es un engaño: es un símbolo de los que, empezando aquí con amores imperfectos, nos espera allí con el Amor perfecto, en el que caben todos nuestros pequeños o grandes amores.
Quien pueda entender que entienda.
PD: Sobre la luna, esta canción preciosa de Radiohead: Sail to the moon.
Comentarios
Lo digo porque de esos amores sólo tenemos pintadas en barandillas o sonetos en el olvido...
¡Qué bueno que comentes cosas! Gracias.
Déjame que diga dos o tres.
1. La realidad no demuestra nada. Sin embargo es la que nos ayuda a dejar de lado las teorías falsas sobre ella (la realidad). O sea, que en ese sentido, muestra cosas.
2. Mis abuelos, y muchos otros, y sus vidas (muchos años casados y ya muertos, fieles), contradicen que "el pecado y sus consecuencias" son invencibles. Son vencibles, pero no de cualquier modo. Se trata de ver no si se puede ser fieles, sino de qué modo. Porque, de hecho (realmente) hay gente fiel. En ese sentido decía que la realidad rompe las teorías falsas, como la que sostienes. Que no es falsa, por cierto, porque la sostengas tú, sino porque la realidad la contradice.
3. Sí estoy de acuerdo con que, según con qué recursos (morales o virtuosos o éticos) tenga cada persona, es invencible ese "Pecado y sus consecuencias", que son un debilitamiento, no una rotura, de nuestra voluntad.
Si quieres más, aquí: http://cartasenelolvido.blogspot.com.es/search/label/Matrimonio
Un saludo.