"Todos sabemos que lo más importante ha estado siempre en el interior".
Caray, me he dicho. Sólo después he ampliado el campo de visión para ver a qué tienda correspondía ese ejercicio de márketing tan simpático y bien logrado: ingenuo de mí, pensaba que se trataba de un artificio para que entrara a la tienda. Pero era mejor que eso. Resulta que la tienda era una carnicería... Y el anuncio cantaba las alabanzas -lo he visto más tarde- de los increíbles canelones sin par que allí se hacen... gracias a la interior carne. La prisa ha hecho que no lo fotografiara. Pero tenía una foto similar.
(By the way, la foto similar, la de los canelones, muestra la obra de arte que nos preparó mi madre el otro día. Un beso para ella).
(By the way, la foto similar, la de los canelones, muestra la obra de arte que nos preparó mi madre el otro día. Un beso para ella).
¿Y bien?
Claro, cada cual es hijo de sus padres y su tiempo... y sus estudios. Yo diría que el tipo que colgó el cartel quería jugar con un doble sentido: el físico (cárnico) y el metafísico. Con el segundo nos vamos a quedar aquí, con permiso del lector, que yo no soy carnicero, pero es obvio que un canelón sin carne no tiene gracia.
Todos sabemos que lo más importante ha estado siempre en el interior. Así es. "Todos sabemos" eso, como dice el anuncio. Pero vivimos de otros modo, tan a menudo, que es un saber sin saber.
Además, hay matices, que también cuida el anuncio:
Primero: "lo más importante" no es "lo único importante". Descuidar lo que no es lo más importante no es bueno. Un canelón sin pasta no es un canelón. Y si es mala, es también un mal canelón, por buena que sea la carne. Un canelón es la suma de pasta y carne. Qué gran consecuencia si uno pasa de los canelones a los hombres de carne y hueso y espíritu.
Segundo: Lo más importante en las personas es su interior, su interioridad, su intimidad... ¿Se refiere al estómago o a las demás vísceras? Sin duda, a la vida de su espíritu: su espiritualidad.
Y no me refiero a la religión solamente. No es lo mismo la vida espiritual que la vida sobrenatural. Se puede decir, con matices, que un hombre que, pudiendo hacerlo, no lee jamás y sí reza, tiene vida religiosa, pero poca vida espiritual. El espíritu se alimenta de la verdad, el bien y la belleza.
Y del arte, en general, en todas sus expresiones.
Y ahí están las letras también.
La conclusión está clara: el hombre necesita vivir una vida integral (para lo cual necesitamos una educación integral) no podemos usar nuestro tiempo únicamente para poner nuestro cuerpo a punto... para no se sabe qué actividades únicamente físicas o biológicas. Es un reduccionismo que pasa factura: el hombre es más que un cuerpo y tratarlo como si sólo fuera eso le causa una dañina atrofia. Lo mismo ocurre con quien sólo lee y apenas se mueve. Mens sana in corpore sano.
Se trataría de alimentar de vez en cuando la vida interior de cada cual, como sugiere esta segunda foto que hice hace unos meses.
Al respecto, y como posibles sugerencias concretas de los dos tipos (espirituales y sobrenaturales), ahí va un poema de François-Xavier Nguyen Van Thuan, un cardenal que pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en régimen de aislamiento. Está sacado de un libro cuyo título puede parecer increíble, vista su vida: "La alegría de vivir la fe".
El tesoro al alcance de de tu mano
Usar el tiempo para pensar,
porque es la fuente de la fuerza.
Usar el tiempo también para recrearse
Porque es el secreto de la primavera eterna
Usar el tiempo para leer,
Porque es la base del conocimiento.
Usar el tiempo para amar y ser amado,
Porque es la gracia de Dios
Usar el tiempo para elegir a los amigos,
Porque es el camino de la felicidad
Usar el tiempo para sonreír
Porque es la música del alma
Usar el tiempo para dar,
Porque la vida es demasiado breve para encerrarse en el egoísmo
Usar el tiempo para llevar el Evangelio,
Porque es tu noble misión
Usar el tiempo para orar,
Porque esta esa fuerza más potente de la tierra
Toma del frasco.
Añado ahora, para mayor información del lector, una breve biografía de quién es el autor del poema.
François-Xavier Nguyễn Văn Thuận (Hue, Vietnam, 17 de abril de 1928 - Roma, Italia, 16 de septiembre de 2002) fue un obispo y cardenal de la Iglesia Católica.
Fue ordenado presbítero en a los 25 años, en 1953; obtuvo el grado de doctor en Derecho Canónico en 1959.
Durante ocho años fue obispo de Nhatrang (1967-1975).
En 1975 Pablo VI le nombró arzobispo coadjuntor de Saigón. A los pocos meses, con la llegada del régimen comunista al poder de Vietnam, fue arrestado. Como ya hemos dicho pasó 13 años en la cárcel, 9 de ellos en régimen de aislamiento.
En 1988 fue liberado y puesto bajo régimen de arresto domiciliario en Hanoi, sin permitírsele regresar a su sede diocesana.
En 1991 se le autorizó ir de visita a Roma pero no se le permitió el regreso. Desde entonces vivió exiliado en esa ciudad.
Juan Pablo II le nombró, en 1994, presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz a la vez que dimitió como Obispo coadjutor de Saigón (llamada ahora Ciudad Ho Chi Min). En 2001, el mismo papa lo creó cardenal de Santa María de la Scala. Falleció el 16 de septiembre de 2002 en una clínica de Roma, víctima de cáncer.
Está en proceso de beatificación y canonización.
No me extraña ni un pelo.
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